by Íñigo López de Mendoza y de la Vega, Marquis of Santillana (1398 - 1458)
Fijo mío, ya espirastes
Language: Catalan (Català)
Fijo mío, ya espirastes, ¡ay, que no puedo valeros! Yo, mi bien, me muero en veros; ¡quán diferente quedastes, que no puedo conosceros! Vuestras penas fenescieron y las mías començaron: pues mis ojos que las vieron lloren bien, pues que perdieron quantos bienes desearon. Pues la cabsa es conoscida de mi nuevo sentimiento, a lo bivo del tormento mi triste boz te combida, ¡o mundo lleno de viento!: las lágrimas justas son para tí en dolor tan cierto, pues que le diste ocasión desta muerte de pasión con que está en mis ojos muerto. Conmigo lloren las gentes y los montes agua suden; los rayos del sol se muden y sangre manen las fuentes por las ansias que me acuden; perded, cielos, el color, y peñas, hazéos pedaços; ¡o mar, brama con temor por mi vida y tu señor, como está muerto en mis brazos! Los ángeles excelentes se sientan de mi ventura, inclinen su fermosura a mis lágrimas presentes desleídas en tristura; la luna se torne escura, de clipse mortal se enforre; los prados no den verdura, y por mi pena tan dura se seque el Jordán que corre. A las águilas combido, que se precian de alto buelo, que pongan dolor al cielo y griten fuera del nido mis lástimas con su zelo; los peces no tomen cebo ni las aguas lo consientan, pues no lloro quanto debo; mi gran dolor y nuevo las cosas todas lo sientan. Todos los quatro elementos de tristes fagan mudança; arda el fuego sin templança; de dolor bramen los vientos en muy áspera tardança; la tierra y sus fundamientos tiemblen por los daños míos; ábranse los movimientos y queden secos y esentos de agua todos los ríos. Agora me buelvo a tí, fijo de color mortal, con pena muy desigual, muerto y matado de mí, vencida de ageno mal; la gracia de que muy llena el arcángel me dexara, mudada la sufro en pena en mirar tu vista buena sin la lunbre de tu cara. ¿Quién te me paró tan muda? Tu Padre, ¿por qué no ayuda esta muerta carne umana en cruz tan áspera y cruda? Del cherubín disciplina, ¿do las gracias de tu lengua? ¡O dulcísima dotrina! ¿Quién te puso tan aína silencio de tanta mengua? Prosigue el abtor Si los abismos escuchas y el cerco del sol enciendes, ¡o fijo!, ¿por qué no entiendes mis bozes grandes y muchas del dolor en que me prendes? Vena de todo mi bien, mi plazer en tí lo ascondes; ¡o rey de Jerusalém! ¿a quién llamaré yo, a quién, si a tu madre no respondes? Fijo mío muy precioso, más fermoso que la vida, un punto non se me olvida: ¡quán lindo y quán glorioso te parí de luz vestida! Agora cochillo eres que me das penas estrañas; llorad comigo, mugeres, la muerte de mis plazeres y el morir de mis entrañas. ¡O cara y suavidad, gloria que faze sedientos y más vista y más fanbrientos quedan de tu claridad los cielos muy contentos! ¿Quién te paró tan escura? ¿Quién te dio el color que tienes? ¿Quién te robó la figura? ¿Dónde está tu fermosura, dador de todos los bienes? Muy diferente de sí está tu bendita cara, amarilla y no tan clara como quando te parí y en mis braços te criara, ansí que, mi Dios, en verte pobre, muerto y solitario, vida me daría la muerte, porque en todo me concierte con la tuya de calvario. Yo, la madre sin plazer, señora de nuevas penas, veo sin sangre tus venas, muertas por satisfazer diversas culpas ajenas; veo tus ojos sin luz, muerte de quien los conosce; todo el siglo se alborosce de verte al pie de la cruz do el mundo te desconosce. Veo tus llagas abiertas, mas no de dolor vazías, la boca con las enzías en sangre biva rebueltas, que es tasa para mis días, y el coraçón, tesorero de gloria y sabidoría, es un sangriento minero, diferente y lastimero de la triste vida mía. Veo tus ojos quebrados y tus cabellos sangrientos; tus braços, de los tormentos por fuerça descoyuntados, me llagan los pensamientos; llora tanbién su corona, coraçón triste, y no faltes, que lo fiere y apasiona sin ser dina su persona de tan crueles esmaltes. Llorad tanbién sus añillos, que son clavos por los nervios, los quales golpes soberbios me duelen por mil cochillos entre los tristes misterios; llora tanbién su ferida, sus ansias y grito ronco, y la sed luego acorrida con una fiel desleída al pie del nudoso tronco. ¡O manos muy poderosas, enclavadas y tan yertas, qué dolor es veros muertas sin regir todas las cosas, soberanas y muy ciertas! ¡Dulces pies que sois firmeza, centro de los cielos todos, doble me sois de tristeza, enclavados con crueleza con muy desiguales modos! ¡O fermosura sin medio, o pena de quien te mira! ¡Ay de tu madre que espira y no tiene otro remedio mas de quanto te sospira! Reinos, islas y naciones, llorad mi larga congoxa, que el dolor de sus pregones, que el morir con los ladrones a mí nunca se me afloxa. Venid, reyes, a mis braços, y mirad mi mal crescido, donde se pierde el sentido, donde se faze pedaços mi coraçón dolorido; venid a ver el Señor y el precio de los humanos; venid a ver mi dolor, y a él, como a redentor, venid a besar las manos. Venid a ver la riqueza y estremo de amores bivos, que os libró de ser cabtivos, muertos en penas de aspereza por fariseos altivos; corred, grandes, esta vía, ¡o, vuestro sueño despierte! ¡O, nueva sabidoría, que muerto sanó este día la noche de vuestra muerte! Prosigue el abtor Venid, siglos, sin baraja, al rey de vuestro concierto, y pues ya me lo abéis muerto, servidlo de una mortaja, que yo no la tengo cierto; ¡o fuente de maravillas, que viste de luz Apolo y desnudo en mis rodillas, desgoznadas sus costillas, yo no alcanço un paño solo! Venid, vírgines de Sión, a llorar por vuestro esposo, tan muerto y tan espantoso que se os quiebre el coraçón, lastimadas y sin reposo; el dote y arras que alcança para vos en este estado son feridas sin tenplança, espinas, clavos y lança, consagrada en su costado. En esta cruz os espero con mi San Juan y sobrino, llorando el bervo divino, dulce y manso cordero, vuestro gozo el más contino; venid, señora[s], de grado, y ved el mal que poseo; venid llorando y priado, porque después de enterrado no os entierre su deseo. ¡O Israel, tan servido de mi fijo en ricos dotes!: yo te suplico que notes quál lo as muerto y ferido con rochas bivas de açotes; vénçate su disfavor, vénçate mi sentimiento, non me pongas más pavor, no renueves mi dolor, no estorbes su enterramiento.
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Text Authorship:
- by Íñigo López de Mendoza y de la Vega, Marquis of Santillana (1398 - 1458), "Lamentación a la quinta angustia, quando Nuestra Señora tenía a Nuestro Señor en los braços" [author's text not yet checked against a primary source]
Musical settings (art songs, Lieder, mélodies, (etc.), choral pieces, and other vocal works set to this text), listed by composer (not necessarily exhaustive):
- by Xavier Montsalvatge (1912 - 2002), "Lamentació", 1969, copyright © 1972, first performed 1969 [ soprano, 3 flutes, harp, piano, celesta, percussions and double bass ], Hamburg : Peermusic Classical [sung text not yet checked]
Researcher for this page: Joost van der Linden [Guest Editor]
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