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by Rafael Obligado (1851 - 1920)
Translation © by Dr Malinda Haslett

La muerte del payador
Language: Spanish (Español) 
Our translations:  ENG
Bajo el ombú corpulento,
de las tórtolas amado,
porque su nido han labrado
allí al amparo del viento;
en el amplísimo asiento
que la raíz desparrama.
Donde en las siestas la llama
de nuestro sol no se allega,
dormido esta Santos Vega,
aquel de la larga fama.

En los ramajes vecinos
ha colgado, silenciosa,
la guitarra melodiosa
de los cantos argentinos.
Al pasar, los campesinos
ante Vega, se detienen;
en silencio se convienen
a guardarle allí dormido;
y hacen señas no hagan ruido
los que están a los que vienen.

El más viejo se adelanta
del grupo inmóvil, y llega
a palpar a Santos Vega.
moviendo apenas la planta,
Una morocha que encanta
por su aire suelto y travieso,
causa eléctrico embeleso
porque, gentil y bizarra,
se aproxima a la guitarra
y en las cuerdas pone un beso.

Turba entonces el sagrado
silencio que a Vega cerca,
un jinete que se acerca
a la carrera lanzado;
retumba el desierto hollado
por el casco volador;
y aunque el grupo, en su estupor,
contenerlo pretendía,
llega, salta, lo desvía
y sacude al payador.

No bien el rostro sombrío
de aquel hombre mudos vieron,
horrorizados sintieron
temblar las carnes de frío.
Miro en torno con bravío
y desenvuelto ademán,
y dijo: “Entre los que están
no tengo ningún amigo,
pero, al fin para testigo,
lo mismo es Pedro que Juan”

Alzó Vega la frente,
y le contempló un instante,
enseñando en el semblante
cierto hastío indiferente.
“Por fin, dijo fríamente
el recién llegado, estamos
juntos los dos, y encontramos
la ocasión, que éstos provocan,
de saber cómo se chocan
las canciones que cantamos.”

Así diciendo, enseñó
una guitarra en sus manos,
y en los raigones cercanos
preludiando se sentó.
Vega entonces sonrió,
y al volverse al instrumento,
la morocha hasta su asiento
ya su guitarra traía,
con un gesto que decía:

“La he besado hace un momento.”
Juan Sin Ropa (se llamaba
Juan Sin Ropa el forastero)
comenzó por un ligero
dulce acorde que encantaba.
Y con voz que modulaba
blandamente los sonidos,
cantos tristes nunca oídos,
cantó cielos no escuchados,
que llevaban, derramados,
la embriaguez a los sentidos.

Santos Vega oyó suspenso
al cantor; y toda inquieta,
sintió su alma de poeta
como un aleteo inmenso.
Luego, en un preludio intenso,
hirió las cuerdas sonoras,
y cantó de las auroras
y las tardes pampeanas,
endechas americanas
más dulces que aquellas horas.

Al dar Vega fin al canto,
ya una triste noche oscura
desplegaba en la llanura
las tinieblas de su manto.
Juan Sin Ropa se alzó en tanto,
bajo el árbol se empinó,
un verde gajo tocó,
y tembló la muchedumbre,
porque echando roja lumbre,
aquel gajo se inflamó.

Chispearon sus miradas,
y torciendo el talle esbelto,
fue a sentarse, medio envuelto
por las rojas llamaradas.
¡Oh, qué voces levantadas
las que entonces se escucharon!
¡Cuántos ecos despertaron
en la Pampa misteriosa
a esa música grandiosa
que los vientos se llevaron.

Era aquélla esa canción
que en el alma sólo vibra,
modulada en cada fibra
secreta del corazón;
el orgullo, la ambición,
los más íntimos anhelos,
los desmayos y los vuelos
del espíritu genial,
que va, en pos del ideal,
como el cóndor a los cielos.

Era el grito poderoso
del progreso, dado al viento;
el solemne llamamiento
al combate más glorioso.
Era, en medio del reposo
de la Pampa ayer dormida,
la visión ennoblecida
del trabajo, antes no honrado;
la promesa del arado
que abre cauces a la vida.

Como en mágico espejismo,
al compás de ese concierto,
mil ciudades el desierto
levantaba de sí mismo.
Y a la par que en el abismo
una edad se desmorona,
al conjuro, en la ancha zona
derramábase la Europa.
Que sin duda Juan Sin Ropa
era la ciencia en persona.

Oyó Vega embebecido
aquel himno prodigioso,
e inclinando el rostro hermoso,
dijo:"Sé que me has vencido."
El semblante humedecido
por nobles gotas de llanto,
volvió a la joven su encanto,
y en los ojos de su amada
clavó una larga mirada,
y entonó su postrer canto:

“Adiós, luz del alma mía,
adiós, flor de mis llanuras,
manantial de las dulzuras
que mi espíritu bebía;
Adiós, mi única alegría,
dulce afán de mi existir;
Santos Vega se va a hundir
en lo immenso de esos llanos...
¡Lo han vencido! ¡Llegó hermanos,
el momento de morir!”

Aún sus lágrimas cayeron
en la guitarra, copiosas,
y las cuerdas temblorosas
a cada gota gimieron;
pero súbito cundieron
del gajo ardiente las llamas,
y trocado entre las ramas
en serpiente, Juan Sin Ropa
arrojó de la alta copa
brillante lluvia de escamas.

Ni aún cenizas en el suelo
de Santos Vega quedaron,
y los años dispersaron
los testigos de aquel duelo.
Pero un viejo y noble abuelo,
así el cuento terminó:
“Y si cantando murió
aquel que vivió cantando,
fue, decía suspirando,
porque el diablo lo venció».

Available sung texts: (what is this?)

•   E. Respighi 

E. Respighi sets stanzas 16, 18

Note: Santos Vega: a mythically invincible, singing gaucho. Origin: Argentina. The popular legend describes how he was defeated only by the devil, disguised as Juan sin Ropa.


Text Authorship:

  • by Rafael Obligado (1851 - 1920), "La Muerte del Payador" [author's text checked 1 time against a primary source]

Musical settings (art songs, Lieder, mélodies, (etc.), choral pieces, and other vocal works set to this text), listed by composer (not necessarily exhaustive):

  • by Elsa Olivieri Sangiacomo Respighi (1894 - 1996), "La muerte del payador", stanzas 16, 18 [ voice and piano ], from 3 Canzoni su testi spagnoli, no. 1 [sung text checked 1 time]

Available translations, adaptations or excerpts, and transliterations (if applicable):

  • ENG English (Dr Malinda Haslett) , "The Death of the Gaucho", copyright © 2025, (re)printed on this website with kind permission


Researcher for this page: Dr Malinda Haslett

This text was added to the website: 2024-06-25
Line count: 180
Word count: 809

The Death of the Gaucho
Language: English  after the Spanish (Español) 
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“Goodbye, light of my soul,
Goodbye, flower from my garden,
spring of sweetness,
from which my spirit drank:
Goodbye, my only happiness,
Sweet desire of my existence;
Saint Vega is to be buried
In those immense plains...
He is defeated! It has arrived, Brothers,
the moment of death!

[...
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...
...]

Not even the ashes of Saint Vega
remain on the ground,
and the years have dispersed
as have the witnesses of the duel.
But an old and sage man,
finished the story thusly:
“And if he died singing,
he who lived singing,
it was,” he said sighing,
“because the devil was the victor.”

Text Authorship:

  • Translation from Spanish (Español) to English copyright © 2025 by Dr Malinda Haslett, (re)printed on this website with kind permission. To reprint and distribute this author's work for concert programs, CD booklets, etc., you may ask the copyright-holder(s) directly or ask us; we are authorized to grant permission on their behalf. Please provide the translator's name when contacting us.
    Contact: licenses@email.lieder.example.net

Based on:

  • a text in Spanish (Español) by Rafael Obligado (1851 - 1920), "La Muerte del Payador"
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This text was added to the website: 2025-09-11
Line count: 180
Word count: 102

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